sábado, 10 de noviembre de 2007

de la vid al olivo

Atravesar de nuevo la Mancha hacia otra ruta esta vez, hacia sus límites con la vega del Tajo, donde extensos olivares se presentan ya sobre una manta limpia de tierra rojiza alisada por las máquinas y oxigenada a la vez para ofrecer su mejor cara y la de sus frutos dentro de pocas semanas, es salir de nuevo de esta tierra pero observando como no es la tierra anodina, aburrida y monótona que muchos encuentran cuando vienen con los ojos cegados por la suya.
Atrás se quedan limpiando también las viñas, podándolas algunos -los más tempraneros- y otros dejándolas hasta que las hojas terminen de ofrecer toda su variedad de colores hasta el hastío. Atrás les quedan a ellos -los que tuvieron la suerte de que su cosecha siuiera adelante- las tareas que les ocuparon hasta octubre, y que, terminadas ya, les dejan dedicarse al olivo o descansar hasta que estén listas para desfollonar.

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